Y es que, en el fondo (y en la superficie) me gusta.
Sí, me gusta esa forma tan peculiar de interacción humano-humano (o cazurro-cazurro).
El caso es que, lo que no me gusta, es que las discusiones se vayan de madre y algunos empiecen a apuntar a "asuntos personales" que se alejan del tema en cuestión. Vamos, que alguno de los inerlocutores se quede "sin balas" y dispare "pedrás" para descalificar al oponente-contertulio.
Curiosamente, eso que sufrí en silencio durante años, tiene nombre (y yo sin saberlo): "Arguméntum ad hóminem".
Si es que no te acostarás sin saber una cosa nueva (gracias On_).
Y bueno, no sólo es algo que siempre me llamó la atención (este modo de descalificación) sino que, también me he dado cuenta de que estos "arguméntum ad hóminem" (que no se cómo se pondrá en plural ya que de Latín controlo poco) sustentan, aproximadamente, el 80% de los programas televisivos de este pais (y parte del extranjero).
Así pues, en una humilde pretensión de que este blog contribuya a la culturización de sus lectores a la par que los divierte y entretiene, aquí pongo parte del artículo sobre este curioso recurso: Arguméntum ad hóminem.
Un argumento ad hominem o argumentum ad hominem (en Latin, significa "dirigido al hombre"), es una falacia lógica que implica responder a un argumento o a una afirmación refiriéndose a la persona que lo formula, en lugar de al argumento por sí mismo. Un argumento ad hominem (y por tanto, falaz) tiene esta estructura:
- A afirma B;
- Hay algo cuestionable acerca de A,
- Por tanto, B es falso.
Los argumentos positivos acerca de la persona se describen en recurso a la autoridad.
Ad hominem es una de las falacias lógicas más conocidas. Tanto la falacia en si misma como la acusación de haberse servido de ella se utilizan como recursos en discursos reales. Como una técnica retórica, es poderosa y se usa a menudo, a pesar de su falta de sutileza, para convencer a quienes se mueven más por sentimientos y por costumbres acomodaticias que por razones lógicas.